Estoy convencido de que cuando todo
parece estar perdido, la solución
surge de entre las cenizas como el
ave fénix, y las cosas por
fin cambian, aun cuando el pesimismo
y las circunstancias nos demuestren
lo contrario. Hay una esperanza.
Todo lo que en la actualidad paga
el pueblo colombiano tiene una razón
de ser. Si bien es cierto que nuestra
novela nos demuestra que somos una
raza complicada surgida de una de
las mas temerarias y sangrientas situaciones
en la historia de la humanidad, partamos
del hecho de haber tenido que derivar
nuestro mestizaje de un puñado
de asesinos sicópatas condenados
a muerte, que al llegar a nuestro
paraíso tropical enloquecieron
ante la belleza exuberante del entorno
y sus componentes; yo me imagino a
uno de los colaboradores de Colon,
tras haberse sentido muerto de aburrimiento
y hambre en alta mar, actuar desaforadamente
al llegar a esta tierra donde los
frutos, los metales y las mujeres
son exóticas y exóticos
y entonces abundantes, enloquecieron
y sucedió, el resultado, una
combinación genética
entre malicia indígena y asesinos
pervertidos degenerados españoles,
suélteme ese trompo en la uña.
En fin, no contentos, hemos sometido
este vasto universo de riquezas, que
es Colombia, al más atroz de
los saqueos; cómo es de bello
y de gigante mi país, que ha
soportado nuestras medidas abrumadoras.
Nuestra gente por decenios a sufrido
el más tortuoso de los tratos,
un pueblo desplazado, humillado, asesinado,
degradado, ofendido, etc., que aun
sigue yendo a las urnas y como increíble
constante, con algo de fe.
Ese es mi pueblo, el colombiano,
que sigue luchando y produciendo;
que aguanta desde la bomba diaria
hasta la celada de la muerte a cada
paso de su increíble existencia.
Parece que todos los pecados cometidos
por nuestros antecesores están
siendo pagados y la cuota de felicidad
está próxima; y como
todos los nacidos en esta nación,
sigo creyendo que algún día
mis hijos y los tuyos podrán
salir a la calle sin el temor de ser
secuestrados o asaltados o violados
o asesinados o etc.
Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo
cambiar, valor para cambiar las que
puedo y sabiduría para reconocer
la diferencia. ¡AD INFINITUM!
Barranquilla, Colombia
19 de mayo de 2003
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