Cuando salí de Colombia hace
siete años, juré nunca
más volver. Me dolían
en el alma las puertas que me fueron
cerradas, las oportunidades que me
fueron negadas, y el futuro incierto
que me habría de venir. Me
concentré entonces en estudiar
la nueva lengua, cultura, y estilo
de vida a los que en Canadá
me debía acostumbrar; me negué
a tener televisión, radio,
e internet en español para
no recordar ni lastimar esas heridas
de las que me debía olvidar.
Fue así como comencé
una nueva vida y me enamoré
del país que me dio la oportunidad
de lo que el mío nunca me pudo
dar: educación, trabajo, seguridad,
y un verdadero amor.
Pero los años pasaban y la
nostalgia me abrazaba cada vez que
veía a Colombia y a mi cultura
atrás, atrás, y más
atrás, y fue entonces cuando
de repente sentí que tenía
que regresar. Ahora tengo la decisión
y me estoy preparando para volver,
aunque no sé si esas heridas
se vayan a remover. Tengo dudas, temores,
e incertidumbre de cómo me
vaya a ir pero estoy decidida y siento
que tengo que ir. Mucho tiempo ha
pasado desde que juré nunca
más volver, pero... ¡Colombia,
no te puedo olvidar!
Kamloops (British Columbia), Canadá
19 de enero de 2003
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