negligente y de una sociedad indolente
tienen al futuro del país en la mira
de la desnutrición, las enfermedades,
los fusiles, la ignorancia y, por consiguiente,
la falta de oportunidades.
A lo largo de su historia, Colombia ha
sacrificado en los campos de batalla a muchas
de sus esperanzas de un mejor futuro, arrancándolas
de las escuelas y los campos de juego para
que lucharan guerras de otros, por motivos
que nunca entenderían. Hoy, cuando
el siglo XXI es apenas un bebé en
las cuentas del tiempo, cientos de niños
empuñan armas contra otros colombianos,
para sostener en primera línea el
negocio de unos grupos cuyos ideales se
han desvanecido a medida que ha crecido
su codicia por el poder y el dinero.
En su avance demencial, los grupos guerrilleros
y paramilitares atacan indiscriminadamente
pueblos y veredas, sin consideración
alguna por la presencia de niños
en las humildes casas que destruyen.
Por otra parte, el desconocimiento de la
existencia del otro y sus derechos ha tocado
también a los más indefensos,
exponiéndolos a la violación
generalizada y casi sistemática de
todos los derechos de los niños.
Cada vez son más frecuentes los casos
de maltrato infantil por parte de adultos,
desde padres hasta personas absolutamente
ajenas al entorno de los pequeños.
Aunque no existieran estos factores de
perturbación en nuestro país,
las oportunidades de crecimiento de la población
infantil están limitadas por el abandono
de miles de padres que nunca estuvieron
preparados para traer hijos al mundo y por
la mala nutrición a la que son sometidos
los niños.
En el futuro, la competitividad de los
países en un mundo globalizado estará
determinada por la generación de
conocimiento y la calidad de la producción.
En este aspecto, el panorama colombiano
no es alentador, pues la mayoría
de los niños de hoy no alcanzarán
un adecuado desarrollo físico y mental,
como consecuencia de la mala alimentación,
la desprotección de su salud y la
falta de una buena educación.
Una luz de esperanza es la revolución
educativa que el actual gobierno ha presentado
como una de sus principales banderas para
sembrar futuro en nuestro país. Ésta
es la más estructurada propuesta
de mejoramiento de la calidad de vida de
nuestros niños que se ha diseñado
en Colombia en las últimas décadas,
pues incluye estrategias para su sostenibilidad
en aspectos cruciales de seguridad y salud
para los pequeños.
Es una iniciativa que debemos apoyar entre
todos. En algún momento y por alguna
parte teníamos que empezar a cambiar
nuestro porvenir. Nos correspondió
a nosotros, los colombianos del nuevo milenio,
asumir el reto de rescatar a los mejores
seres humanos que conocemos: nuestros niños.
De no hacerlo así, el futuro de
Colombia no tendrá futuro.
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