El cubrimiento informativo que los medios
de comunicación colombianos dieron
al lanzamiento de las memorias de Gabo,
quizás el mejor escritor vivo del
mundo, fue superficial y anecdótico
salvo escasas y honrosas excepciones,
y contó con menos tiempo y dedicación
que el insoportable sainete de los "Protagonistas
de novela". Como si las vivencias de
los candidatos al premio mayor de este concurso
fueran más importantes y trascendentales
para nuestro país que la vida y la
obra de nuestro único Premio Nobel.
A tal punto llegó la pérdida
del sentido de las proporciones que el Canal
RCN, productor del concurso, realizó
una encuesta para tratar de determinar quién
es más popular en Colombia: García
Márquez, el presidente Álvaro
Uribe o Jáider Villa, "Protagonista
de novela" por votación popular.
Nadie en sus cabales puede entender en
qué estaban pensando los directivos
y programadores del canal cuando pretendieron
comparar a dos personajes de indiscutible
trascendencia para la cultura y el futuro
político, económico y social
de nuestro país con un jovencito
que sólo gracias a su carisma ganó
un concurso de talento actoral con las más
bajas calificaciones sobre sus actuaciones.
Los medios de comunicación de nuestro
país, en una demostración
de su inmensa irresponsabilidad, han nivelado
por lo bajo a sus lectores, televidentes
y oyentes, ofreciéndoles productos
cuya pobre calidad artística y periodística
contrasta con las altas inversiones y sus
consecuentes alardes de gran producción.
Pero lo más grave es lo que estos
programas siembran en la conciencia popular:
valores humanos deformados y principios
de vida distorsionados. Por esta razón,
la carta abierta de los rectores de varios
de los principales colegios del país,
en protesta por la intención y el
contenido de "Protagonistas de novela",
está plenamente justificada. La verdad
es que los medios están saboteando
la labor educativa de los padres de familia
responsables y de los buenos maestros.
Los medios de comunicación existen
para informar, analizar, entretener y educar.
Nuestros medios se han olvidado de sus deberes
y sólo piensan en sus negocios: informan
mal, no analizan y tampoco educan. Apenas
entretienen, pero lo hacen de una manera
que favorece la pérdida de valores
de nuestra sociedad en crisis.
Los casos de Santiago Botero y Juan Pablo
Montoya no son más afortunados: la
inmensa mayoría de los periodistas
deportivos colombianos a duras penas entienden
el fútbol, y eso porque es el más
popular de los deportes y porque les da
para vivir bien, aunque pocos saben de él,
como quedó demostrado en el pasado
Mundial de Corea y Japón. No saben
ni entienden de otros deportes y, por lo
tanto, no alcanzan a entender las dimensiones
de los logros de nuestros grandes deportistas,
quienes generalmente se destacan en disciplinas
diferentes del fútbol.
Dos semanas antes de iniciarse los Campeonatos
Mundiales de Ciclismo, Botero recibió
una andanada de críticas de los "periodistas
futbolísticos" en Colombia
las vacas sagradas del periodismo deportivo
sólo hablan de fútbol
por su actuación en la Vuelta a España,
olvidando su gran actuación en el
Tour de Francia y el hecho de que el mismo
Botero había advertido que la Vuelta
no era su principal objetivo deportivo del
final de la temporada, como sí lo
era la prueba contrarreloj de los Mundiales.
Aun así, ganó una etapa y
colaboró hasta el sufrimiento para
que su equipo ganara la clasificación
general con Aitor González.
Después de su heroico y memorable
triunfo, todos los que lo habían
criticado se unieron al coro de aduladores
y ninguno de ellos ha reconocido aún
su error al haberlo descalificado como lo
hicieron. Reconocer las fallas es de grandes
hombres; quizás por esto ninguno
de los comentaristas deportivos lo ha hecho.
Por su parte, Juan Pablo Montoya es, sin
duda, el mejor piloto de automovilismo en
la historia de Colombia y uno de los mejores
del mundo en la actualidad. Su tercer lugar
en el Campeonato Mundial de Fórmula
1 demuestra que es el mejor piloto que corre
en un auto diferente a los Ferrari.
Pero nuestros "periodistas" no
alcanzan a entender que la Fórmula
1 es la máxima categoría del
automovilismo mundial y que su desarrollo
tecnológico es a los automóviles
lo que el diseño de cohetes es a
los aviones. Por lo tanto, los presupuestos
y las tecnologías son determinantes
en la obtención de resultados. No
es extraño entonces que ellos comparen
las carreras de Fórmula 1 con las
de carros familiares o de turismo.
Por lo pronto, Montoya seguirá recibiendo
grandes elogios fuera de su país,
tanto de sus competidores como de la prensa
deportiva internacional, en la que es más
fácil encontrar periodistas de verdad:
profesionales, estudiosos y equilibrados.
Se dice que cada uno tiene la capacidad
de alcanzar su propio nivel de incompetencia.
A lo largo de la semana pasada, los medios
de comunicación colombianos alcanzaron
su propio nivel de mediocridad.
En lugar de dedicar sus espacios a hablar
poco y mal de quienes producen buenas noticias
para nuestro país, quizás
les vendría mejor guardar silencio:
el prudente silencio de los ignorantes.
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