para educación y saneamiento básico.
Uno de los grandes logros de la Constitución
de 1991 fue la introducción del concepto
de democracia participativa en la vida nacional.
Y una de las más puras formas de
participación popular en la orientación
de los destinos del país es la figura
del referendo, que consiste en convocar
al pueblo para que decida a través
de una votación si desea que las
propuestas que se le presentan se conviertan
en normas jurídicas. En este caso
se le consultará si está de
acuerdo con la elevación de las propuestas
a la categoría de normas constitucionales.
De acuerdo con lo contemplado en la Constitución
y la ley, el referendo que se votará
el 25 de octubre fue presentado por el Gobierno
ante el Congreso el 7 de agosto de 2002,
con el propósito de desarrollar aspectos
muy importantes del programa de gobierno
apoyado mayoritariamente por los colombianos
al elegir al presidente Uribe.
La propuesta original del Gobierno cumplió
con todos los trámites legales, y
en su análisis, discusión
y votación participaron activamente
el ejecutivo y los congresistas de todas
las corrientes políticas. Posteriormente,
la Corte Constitucional declaró inexequibles
cuatro de los diecinueve artículos
aprobados por el Congreso. Por todo lo anterior
éste es un referendo perfectamente
legítimo.
No es coherente entonces que las directivas
del Partido Liberal y el Polo Democrático
hagan una ruidosa campaña a favor
de la abstención. Menos coherente
aun es que inviten a los electores a no
expresarse democráticamente el día
del referendo y a sí hacerlo al día
siguiente a favor de sus candidatos a las
corporaciones públicas. Esto indica
a las claras el mal camino que tomó
el liberalismo -y que lo puede llevar a
la más estruendosa derrota de su
historia- y deja mucho que desear de los
principios democráticos del Polo.
Enfrascados en sostener de manera mezquina
un pulso de poder con el Gobierno, estas
dos fuerzas políticas olvidaron que
la abstención es la actitud política
más antidemocrática y terminaron
haciéndoles el juego a los corruptos,
los politiqueros y los terroristas. Con
el ánimo de buscar espacios políticos
perdidos o nunca logrados se alinearon con
los enemigos de la democracia y del país.
En una desafortunada interpretación
de la Constitución y la ley, el Consejo
Nacional Electoral les dio a los promotores
de la abstención los mismos derechos
de quienes, fieles a sus principios democráticos,
están dispuestos a participar y votar
el referendo, bien sea a favor o en contra
de sus propuestas.
Los demócratas colombianos debemos
votar a conciencia el referendo. Las ideas
y los votos de todos son válidos
y respetables. Se puede estar de acuerdo
con las propuestas o en desacuerdo con ellas.
De hecho, varios de los artículos
son objeto de discusión y controversia,
pero realizarlas con respeto y altura intelectual
enriquece la democracia.
Lo que es inadmisible es la abstención.
Nadie se puede abstener de participar en
los próximos certámenes electorales,
en los cuales está en juego el futuro
de nuestra patria. Tenemos frente a nosotros
la responsabilidad de depurar las costumbres
políticas y equilibrar las finanzas
públicas para tener un país
viable, más seguro y equitativo para
todos.
Como lo ha dicho el presidente Uribe, "aunque
este referendo no es la panacea que curará
todos nuestros males, es necesario y conveniente
para empezar a sacar adelante el país".
Con la participación de todos reforzaremos
la tendencia actual de mejoramiento en las
condiciones de vida del pueblo colombiano
y les demostraremos a los corruptos y los
violentos que los buenos somos mayoría.
Los abstencionistas seguirán atados
al pasado. Con sus ciegas actitudes apoyarán
una vez más por acción u omisión
la persistencia de la situación actual
y las acciones de los verdaderos culpables
de ella.
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