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Principal > Columnas > Inventario > Semana del 17 al 23 de marzo de 2003

Las colombianas, a recuperar su autoestima.

Por: Jaime Eduardo Prieto Osorio.


Banderas de Japón y Colombia/ Mujeres

En las últimas semanas, y por diversas razones, muchas mujeres colombianas han sido protagonistas de malas noticias, debido a comportamientos que han alcanzado niveles de crisis en la salud, la seguridad y el orden público. En todos los casos, los comunes denominadores son la falta de valoración propia y la elección de caminos equivocados para alcanzar la realización personal.

La Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia presentó los resultados del estudio "Anorexia y bulimia: cuando la vida pierde peso", elaborado por el programa Salud Mental de las Mujeres. De acuerdo con esta investigación sobre trastornos alimenticios, al 77% de las adolescentes les aterra la idea de ganar peso, el 41%

come de manera descontrolada y un 33% tiene sentimientos de culpa después de comer. Para tratar de conservar su peso, el 8% se induce vómito después de alimentarse.

La principal causa de los trastornos en la alimentación es la obsesión por la figura, una moda que más parece una epidemia —por la asombrosa cantidad de mujeres que la padecen—, y cuyos síntomas son delgadez extrema, ojeras permanentes y palidez cadavérica. Por el ansia de parecerse a las exitosas modelos que los medios de comunicación han elevado a la categoría de símbolos de la belleza y el éxito, las jóvenes están dispuestas a sacrificar su salud y a poner en riesgo su vida.

El ideal de belleza femenina encarnado por mujeres de hermosas formas y piernas firmes fue sustituido en los últimos años por figuras planas con redondeces artificiales. Por parecerse a ellas, adolescentes y jóvenes se someten de manera obsesiva a rigurosas dietas, extenuantes programas de ejercicio físico, inútiles tratamientos estéticos y, por último, a peligrosas cirugías.

La proyección de esa imagen plástica lleva a miles de niñas a la errónea convicción de que el único camino para alcanzar la aceptación en esta sociedad es el de la belleza física, dejando de lado valores trascendentales como la inteligencia y el estudio. No poseerla o no alcanzarla les genera inseguridad y malas relaciones interpersonales.

Pocas mujeres sufren anorexia o bulimia por causas biológicas. La inmensa mayoría las padece por carencia de afecto en su entorno y por falta de amor propio.

En muchos casos, la falta de autoestima lleva a cientos de mujeres por caminos de autodestrucción al permitir su explotación sexual. En lugar de buscar prepararse intelectualmente y persistir en la búsqueda de un trabajo honroso, estas mujeres aceptan las propuestas de viajar al exterior para trabajar como supuestas modelos o bailarinas, a sabiendas —en su mayoría— de que su labor será la de prostitutas; más o menos elegantes, más o menos costosas, pero prostitutas al fin.

Son pocas las que lo hacen engañadas o como último recurso, después de haber agotado todas las opciones de trabajo.

Pero hay un grupo cada vez más grande de mujeres que aparecen con frecuencia en los medios de comunicación y tienen un gran éxito profesional y económico. Son aquellas reinas de belleza, modelos y actrices que también practican el llamado oficio más antiguo del mundo, no por unas cuantas monedas que les permitan escasamente sobrevivir y mantener a sus familias, sino a cambio de fama, viajes, joyas y lujosos carros y casas.

Estas populares figuras del jet-set criollo practican una forma de prostitución que no aparece definida en ningún diccionario: la prostitución de los principios y los valores. Optan por la línea de menor resistencia para alcanzar sus ambiciosos objetivos, dejando regada su dignidad a lo largo del camino al éxito y la fama.

La semana pasada, una estudiante de noveno semestre de medicina de la Universidad Nacional inició un incendio en un bus articulado de Transmilenio, que gracias a la rápida salida de los pasajeros no terminó en tragedia. Es prácticamente imposible entender porqué una futura médica, quien debía dedicar todos sus esfuerzos a la preservación de la vida humana, pudo poner en riesgo a decenas de personas. Sólo la pérdida de valores lo puede explicar.

Todo parece indicar que, en su afán de liberarse y competir con los hombres, muchas mujeres se han nivelado por lo bajo con ellos. Basta con observar sus maneras de comportarse, escuchar sus conversaciones y analizar el lenguaje que utilizan, para llegar a esta conclusión. Se equivocan si creen que ser fuertes para evitar que se les siga considerando el sexo débil significa renunciar a la delicadeza y la feminidad.

Las mujeres tienen por naturaleza todas las cualidades suficientes para destacarse en el mundo actual: son inteligentes, fuertes, resistentes y ordenadas. Son capaces de superar a los hombres en todas las tareas que no impliquen fuerza bruta, pero muchas de ellas han distorsionado con su comportamiento lo que significa la liberación femenina. Sería mejor si se liberaran más de la cintura para arriba que de la cintura para abajo.

Es indispensable que todas las mujeres colombianas recuperen su autoestima; que se quieran, se respeten y se valoren más, para que puedan dar y recibir amor, respeto y valoración. Para que puedan poblar este país con hombres y mujeres llenos de amor propio, que sean capaces de luchar por él y recuperarlo.

 
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