momento de su posesión parece destinado
a inspirar con el ejemplo los cambios de
actitud de los funcionarios estatales en
todos los niveles de la administración
pública. La imagen que los colombianos
tienen hoy del gobernante y sus colaboradores
es la de personas trabajadoras y responsables,
comprometidas con los destinos del país
y sus conciudadanos.
Durante 2003 los programas políticos,
económicos y sociales iniciados deberán
empezar a producir resultados positivos
que justifiquen los esfuerzos y sacrificios
que todos los colombianos hemos hecho y
tendremos que hacer como consecuencia del
impuesto para la seguridad democrática,
las reformas tributaria, laboral y pensional,
el ajuste fiscal y los recortes laborales
en las entidades estatales.
Las Fuerzas Militares tendrán que
redoblar sus esfuerzos para recuperar las
amplias regiones del país que por
muchos años han estado controladas
por los guerrilleros de las FARC y el ELN.
De la rápida presentación
de resultados en este sentido dependerá
que los contribuyentes con el impuesto para
la seguridad democrática sientan
que su esfuerzo valió la pena y estén
dispuestos a seguir apoyando el aumento
del pie de fuerza y la modernización
de la fuerza pública.
El Gobierno deberá hacer ingentes
esfuerzos para combatir la evasión
de impuestos y castigar a los evasores,
así como para atacar la corrupción
y lograr la aplicación de penas justas
a los corruptos. De esta manera, los ciudadanos
tendrán motivos para pensar que pagar
impuestos es un deber que paga, y los contribuyentes
sentirán que el cumplimiento de su
deber no ha sido en vano. Porque la realidad
es que la evasión, la mala administración
y la corrupción les han quitado sentido
a todas las reformas tributarias y se han
encargado de desmotivar a los colombianos
para pagar sus impuestos.
También es necesario despertar la
conciencia de los empresarios colombianos,
para que la flexibilización del empleo
que contempla la reforma laboral se refleje
en una consistente generación de
nuevos empleos, y no en la explotación
de los actuales empleados y el beneficio
exclusivo de los empleadores.
Es inaplazable la lucha frontal contra
el desempleo, el subempleo y el empleo informal.
De esto depende la recuperación de
nuestra economía, que quizás
no soportaría un sexto año
recesivo, afectada por la falta de poder
de compra de los ciudadanos.
Y de ello depende aun más la estabilidad
política y social del país,
pues será imposible mantener por
más tiempo índices de desempleo
superiores al 15% sin producir una movilización
popular en busca de mejores condiciones
de vida y mayor justicia social. El país
ya tiene suficientes elementos desestabilizadores
para exponerse también a una radicalización
de la crisis social.
Estos son los frentes de trabajo más
importantes que tiene el gobierno nacional
para demostrar que todo su esfuerzo puede
producir los resultados esperados. Todas
las encuestas y el clima de esperanza que
se vive en el país demuestran que
los colombianos creemos que el gobierno,
con el apoyo de todos, lo puede lograr.
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