delegación diplomática en
Colombia.
Un breve análisis de los contactos
que llevó a cabo el Secretario de
Estado y de las declaraciones que entregó
durante su visita arroja mayor claridad
sobre el rumbo que tomarán las relaciones
entre Colombia y Estados Unidos en el próximo
futuro.
Fue claro el respaldo de Powell a la política
de seguridad democrática del presidente
Uribe, que incluye la rápida extradición
de narcotraficantes solicitados por la justicia
estadounidense, la fumigación efectiva
de cultivos de coca y amapola así
como los programas de sustitución
de cultivos ilícitos y, principalmente,
la lucha frontal contra todos los grupos
armados ilegales.
Además, se mostró dispuesto
a seguir apoyando de manera efectiva los
programas antinarcóticos y antiterroristas
del gobierno colombiano, con recursos económicos
y humanos, y elementos logísticos
y bélicos.
Al desvirtuar cualquier similitud entre
la participación de Estados Unidos
en el conflicto colombiano y la que tuvo
en Vietnam, Powell dejó entrever
que el gobierno de Estados Unidos ha empezado
a entender que las guerrillas colombianas
no son organizaciones armadas que luchan
por mejorar las condiciones de vida de un
pueblo con base en una ideología
política, sino grupos de delincuencia
organizada con una estructura militar, que
financian sus operaciones criminales con
la protección de cultivos ilícitos
y la participación cada vez más
directa en el comercio de narcóticos.
Uno de los más importantes anuncios
hechos por el Secretario de Estado fue que,
a solicitud del gobierno colombiano, Estados
Unidos reanudará su apoyo a las operaciones
de interdicción aérea del
tráfico de narcóticos durante
el primer semestre del próximo año.
Por otra parte, dejó en claro que
la administración del presidente
Bush confía en el buen criterio del
gobierno colombiano para intentar procesos
de diálogo con las guerrillas y las
autodefensas, sobre la base de un estricto
cuidado del tema de los derechos humanos,
pues no está dispuesto a aceptar
concesiones a los violadores sistemáticos
de los mismos, cualquiera que sea la organización
a la que pertenezcan.
En conclusión, fue una visita positiva
para ambas naciones, porque es cada vez
más claro que los Estados Unidos
necesitan un socio fuerte en la presidencia
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
y en esta región del continente,
especialmente con la poca cooperación
que esperan recibir del actual gobierno
de Venezuela y de las nuevas administraciones
de Ecuador y Brasil, próximas a posesionarse.
Para Colombia es crucial contar con fuentes
de financiación avaladas por el gobierno
estadounidense, para solventar el déficit
fiscal y estabilizar las finanzas públicas.
Y es de similar importancia lograr y mantener
ventajas comerciales para los productos
que exporta hacia Estados Unidos.
Por último, quizás lo mejor
del aplazamiento de la visita de Colin Powell
fue que no se hubiera encontrado el año
pasado con un gobierno colombiano débil,
desgastado y desprestigiado como el anterior,
sino con un presidente que trabaja intensamente,
lidera y manda, y con un gobierno comprometido
como pocos en el mundo con la lucha contra
el terrorismo, para ofrecerles a los ciudadanos
colombianos y a los inversionistas extranjeros
mejores condiciones de seguridad y estabilidad.
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