El 6 de enero,
el seleccionado nacional se enfrentó
a su similar de Argentina. Mostró un
buen nivel, pero al final salió derrotada
2-1. Los infalibles periodistas futbolísticos
siguieron atacando a los jugadores y burlándose
de los esfuerzos del grupo y el cuerpo técnico.
Esto no cambió ni siquiera cuando
se venció a Chile días después.
Frases típicas como "la Selección
ganó sin jugar bien" fueron
los únicos cantos de victoria provenientes
de los micrófonos de los eruditos
del periodismo deportivo nacional.
Pero luego hubo un extraño silencio
en los medios deportivos. La Selección
Sub-20 había derrotado 4-1 a Paraguay
y 1-0 a Venezuela. ¿Qué se
iba a criticar entonces? Ahí empezaron
las alabanzas, pues Colombia había
clasificado a la ronda final. Seguramente
no faltó el sabio que declaró
que "estos muchachos son el futuro
del fútbol colombiano" a pesar
de no saber muy bien quién era quién
en el equipo.
El combinado nacional mereció los
elogios. Jaime Ruiz quien había
sido calificado de "torpe"
y Johnny Acosta a quien se le criticaba
la falta de estado físico anotaron
uno y tres goles respectivamente contra
Paraguay, y los volantes Víctor Hugo
Montaño y Avimiled Rivas se destacaron
en ambos partidos por su habilidad y su
precisión. El grupo en general jugaba
bastante bien; tanto que en el primer partido
de la ronda final venció a Ecuador
4-1 con relativa facilidad.
Sin embargo, el optimismo de los supremos
conocedores del fútbol cayó
en picada luego de que en el siguiente partido
la Selección cayó 3-2 ante
Brasil. Tal vez porque no vieron o
no les importó que el combinado
brasileño fue imbatible durante todo
el torneo (sólo empató una
vez, frente a Paraguay, jugando con nueve
hombres), muchos coincidieron en que la
derrota se debió a la "falta
de ambición" del combinado colombiano.
Cualquiera pensaría que les quedó
gustando este pretexto para criticar, pues
con base en su experiencia y en su sabiduría
infinitas encontraron que la "falta
de ambición" fue la causante
del empate contra Paraguay y de la derrota
ante Argentina en el último partido.
Según dijeron muchos de ellos, Colombia
era un gran equipo, como lo confirmó
en el penúltimo juego la victoria
2-1 frente a Uruguay que dejó
a la Selección con un pie en Emiratos
Árabes, pero le hacía
falta la ambición para conseguir
cosas mayores.
Matemáticamente, Colombia hubiera
podido ser campeón del torneo si
hubiera vencido a los argentinos. Pero esto
no se hizo posible porque faltó orden
y claridad en el ataque, y porque, además,
el equipo había quedado tranquilo
al conocer los resultados de los demás
partidos, pues sabía que ya estaba
clasificado al Mundial. Quizá la
Selección se conformó con
la clasificación y no lo entregó
todo contra Argentina. Pero trabajó
duro durante todo el torneo. Y si no se
llevó el título, no fue por
falta de ambición.
De todas formas, lo que digan estas eminencias
viene a ser lo de menos. Debe tenerse en
cuenta que criticar es quizá la parte
más importante de su oficio y
tal vez lo único que saben hacer,
y que lo han hecho toda la vida y lo seguirán
haciendo siempre.
Además, lo que realmente importa
es que lo logrado por la Sub-20 en Uruguay
fue excelente, puesto que Colombia no clasificaba
a un Mundial de esta categoría desde
1993, y que los jugadores estarán
dentro de poco en Emiratos Árabes
entregándolo todo por hacer un buen
papel. Colombia estará en el Grupo
D junto con Japón, Inglaterra y Egipto,
a quienes se enfrentará respectivamente
el 27 y el 30 de marzo y el 2 de abril.
Las expectativas son grandes. Si la Selección
continúa demostrando el nivel, la
disciplina y el orden que tuvo en el Suramericano,
con seguridad llegará lejos.
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