concierto titulado Las Exequias de la Guerra,
y a sus autores se les premiaría
con 1 millón de pesos.
Al poco tiempo de abrirse la convocatoria
comenzó a llegar una avalancha de
poemas contra la guerra. Llegaron tantos,
que la Casa Silva tuvo que cerrar sus puertas
para que los jurados se dedicaran exclusivamente
a leer y a seleccionar los ganadores. Fueron
tantos los colombianos que enviaron sus
versos, que los organizadores decidieron
ampliar el número de poemas ganadores
a 20.
Casi 7 mil colombianos de todo el país
participaron en el concurso. Tras haber
leído más de 25 mil poemas,
los jurados eligieron a los ganadores. Las
boletas para el concierto empezaron a repartirse
gratuitamente en la Casa y a los pocos días,
no quedaba ni una sola disponible.
Pronto llegó el día. Pero
no hubo pañuelos ni trajes de luto.
Ni tampoco se escucharon las usuales notas
fúnebres de las trompetas. Sólo
hubo poesía y música. Y, claro,
alegría y esperanzas de paz.
Antes del concierto, los poetas organizadores
anunciaron los ganadores del concurso y
leyeron sus creaciones. El público
quedó conmovido:
"Cesa de pronto el canto de las balas
/ y en los ojos vacíos del hermano
/ la muerte me sonríe", dice
"Danza", de Miguel Antonio
Moyano. Y José Ropero escribe: "Es
difícil / mantener el equilibrio
/ cuando / hasta la lluvia / anuncia / desde
la luz del rayo la matanza". Y, así,
18 escritos más. Por la paz de Colombia
y del mundo.
Para completar el réquiem de la
guerra, se presentaron Aterciopelados, Cabas,
Juan Gabriel Turbay, Ximena Ángel,
Alejandro Gómescásseres, César
López y los Invisibles invencibles.
También llegaron mensajes de artistas
como Joan Manuel Serrat, Julieta Vanegas
y los integrantes de 1280 Almas, Enanitos
Verdes, Molotov, Café Tacuba, Babasónicos
y El Gran Silencio, quienes apoyaron la
manifestación a pesar de no haber
podido estar presentes.
Es probable que las cosas hayan cambiado
muy poco ahora que terminó el concurso.
Y que los versos contra la guerra de miles
de colombianos no puedan evitar que la violencia
siga cobrando víctimas injustamente.
Pero este movimiento por la paz no ha sido
en vano. Quedan las voces de protesta de
Colombia, plasmadas en los versos de sus
hijos. Queda la poesía. Y, con ella,
la esperanza.
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